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lunes, 28 de octubre de 2019

Jorge Vidales. ESCRITOR R.C. CATEDRAL AL SUR -D.4895

POBRE LUCAS

JORGE «CHOLO» VIDALES

Estaba el Creador sentado a la cabecera de una interminable
mesa de directorio. Presidía la Asamblea Anual de Asuntos
Universales. Escuchó uno a uno sus asesores, mientras Pedro
tomaba nota en el libro de actas. Así fueron informando sus
novedades el Ministro de Asuntos Celestiales, el Subsecretario
de la Vía Láctea, y muchos más hasta que por fin tomó la
palabra el Viceministro de Asuntos Terrenales, quien disculpó
–antes que nada- al Ministro, quien se había ausentado de la
Asamblea por una terrible jaqueca que lo aquejaba desde el
primer día que había ocupado el cargo con que el Creador lo
distinguiera. Una vez disculpado el Ministro, el Viceministro
comenzó su alegato; «nada nuevo» fue la única respuesta del
Creador a cada informe proveniente de aquel planeta.
Los hombres no ponían límite a su instinto de superación,
la economía prevalecía sobre el amor, se habían propuesto elegir
el sexo de sus futuros hijos, se superpoblaban las cárceles y los
manicomio.
—Y hablando de manicomios –dijo–, cumplo en informarle
a Usted que es muy probable que a Lucas o encierren esta
semana.
—¡Pobre Lucas!, tan trabajador, tan responsable, tan buen
hombre.
—¿Recuerda Usted que trabajaba catorce horas diarias y se
encerraba a hacer auditorías los domingos a la tarde? ¡Pobre
Lucas!, almorzaba de corrido y fumaba y fumaba, siempre
tratando de salir de la deuda adquirida con sus semejantes.


¡Pobre Lucas!, llegaba al banco a las tres menos cinco con los
pesos justos para cubrir el «rojo» e impedir una y mil veces el
cierre de su cuenta. Ni tiempo tenía el pobre Lucas para dar
un paseo con la familia o regalarse una tarde de cine; dicen por
ahí que lo último que vio en cine fue «Ya tiene comisario el
pueblo» con Ubaldo Martínez. ¡Pobre Lucas! De tanto
descalabro económico, al pobre le dio un infarto y lo sanaron
con eso que los humanos llaman by-pass. Le subía la presión
al pobre Lucas. Y el colesterol y los triglicéridos. ¡Pobre Lucas!,
tuvo que vender el auto y ahora lleva a su hijo al colegio de la
mano caminando por el barrio, mientras el vecindario comenta
lo mal que le fue. Y le decretaron la quiebra al pobre Lucas, así
que ya no va al negocio, ni corre al banco, ni debe nada porque
salió todo a remate y cumplió con sus acreedores. ¡Pobre Lucas!
Ya ni aparenta, ni finge, ni sufre. Ahora asiste a todas las
reuniones de padres del colegio de su hijo y comentan que
hace una visita diaria a la casa de su madre.
Más de una noche se lo ha visto hablando de fútbol y poesía
con algún amigo en un bar y parece que por las tardes disfruta
sentado en el banco de una plaza viendo jugar a los pibes.
¡Pobre Lucas! Dicen que habla solo y siempre anda silbando
un tango y hasta le lleva –de vez en cuando- unas glicinas
robadas a su mujer. Y con ella sale a pasear y le presta más
atención que nunca; como aquellos primeros días de noviazgo.
¡Pobre Lucas!, dice que está más tranquilo y a los más amigos
les ha asegurado que ahora es feliz.
¡Pobre Lucas! Ya no tiene auto, ni negocio, ni deudas. ¡Pobre
Lucas! Debe estar loco.
—¿Pobre Lucas? —interrumpió el Creador.

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